La visita de Trump y lo que significa para Long Island

El presidente de los Estados Unidos nos visitó el pasado viernes 28 de julio. El auditorio del colegio comunitario del condado de Suffolk, en sus instalaciones de Brentwood, fue la plataforma que el máximo mandatario estadounidense eligió para despilfarrar esa sopa de letras que es su discurso político. En medio de la incoherencia de su comunicado, Donald Trump dejó muy en claro el motivo de su visita, y en frente de una audiencia de policías y políticos allegados, Trump vocalizó un mensaje que no puede ser ignorado.

Debemos tener muy en cuenta el peligro que significa para nuestra comunidad el circo que Trump vino a exponer el pasado viernes. Tenemos que preguntarnos el por qué de la decisión de elegirnos como la localización geográfica para llevar a cabo su obsesión anti-inmigrante.

Justo ahora que la nueva administración viene atravesando momentos tan oscuros y humillantes, como el bloqueo del Senado al supuesto reemplazo de Obamacare, la investigación sobre las conexiones con Rusia, las peleas con el fiscal general Jeff Sessions, los tempranos despidos y reemplazos a posiciones que parecían claves en la Casa Blanca, etcétera.

Podemos observar claramente como Trump trata de desviar la atención de su falta de éxito enfocando sus prioridades a cumplir sus promesas xenófobas y racistas, que pintaron la campaña electoral de un color tan deprimente y alarmante. Podemos ver como el infortunio de todo un movimiento históricamente anti-inmigrante ha venido a tocarnos la puerta, y posiblemente mudarse al vecindario donde muchos de nosotros vamos en busca de buena panadería colombiana o de pupusas que compiten por el primer lugar en Long Island.

Aunque no condonamos, y menos defendamos los horrendos crímenes acarreados por las gangas en estos sectores de la isla, podemos señalar que el discurso sobre la guerra contra la MS-13 que trae el presidente, es utilizado como eje de su deseo de terminar con las ciudades santuario que protegen a nuestra comunidad indocumentada y para incentivar a las fuerzas policiales a que sirvan como agentes migratorios.

De la misma manera, el presidente utilizó su palabrería populista para promover el abuso policial, abuso que le viene costando vidas a nuestras comunidades de color. Es increíble que un presidente de los Estados Unidos tenga la osadía de vender un mensaje en el cual descaradamente fomente el uso de prácticas inconstitucionales, que van en contra de los derechos civiles de nuestra gente. Aunque fue aplaudido por ciertos oficiales idiotizados por el mensaje, tuvimos el gesto decente de que la policía del condado, a través de un comunicado oficial, rechazara el llamado del presidente a “no preocuparse por dar un trato tan cordial a estos animales”.

Aun así, no podemos confiarnos. Debemos seguir vigilantes a las prácticas policiales en nuestros condados. La policía de cualquier condado o ciudad tiene la responsabilidad constitucional y jurídica de servir a sus constituyentes y optar por cuestionar cualquier sugerencia federal, si esta perjudica el bienestar de la jurisdicción protegida. La policía tiene la responsabilidad de entablar una relación de confianza con su comunidad, sin importar raza, nivel social, o estado legal del individuo. Muchos estudios demuestran que el crimen disminuye en jurisdicciones donde la confianza y el respeto mutuo es la prioridad de los agentes policiales a la comunidad para la que ellos trabajan. Sin dar tantos rodeos, la policía del condado de Nassau y Suffolk aún dejan mucho que desear en su disposición de rechazar la retórica anti-inmigrante del gobierno federal y desarrollar una mejor relación con comunidades indocumentadas e inmigrantes.

No es para sorprendernos del por qué de la localización del mensaje de Trump; el condado de Suffolk es conocido por ser uno de los condados más conservadores en el estado de Nueva York, si recordamos fue ganado por Trump en estas últimas elecciones. Al mismo tiempo sabemos que los congresistas de los dos únicos distritos congresionales ubicados en el condado de Suffolk son fieles súbditos a “su majestad” el presidente, y estemos seguros que con el apoyo de estos dos bufones, Trump va a depositar todos sus esfuerzos y esperanzas de su utopía nacionalista, en este rincón de la costa Noreste. La lucha recién comienza.