El Cinco de Mayo: de hito mexicano a altavoz del inmigrante en EEUU

El Cinco de Mayo: de hito mexicano a altavoz del inmigrante en EEUU
El Cinco de Mayo: de hito mexicano a altavoz del inmigrante en EEUU

 

Dos mexicanos hacen cábalas sobre el Mundial de fútbol en un humilde restaurante de Filadelfia. En la cuna de Estados Unidos, no es extraño escuchar el acento de quienes han convertido el Cinco de Mayo en una reivindicación sobre el papel de los inmigrantes en el país.

Haciendo gala de sus tradiciones, cultura y gastronomía, la comunidad mexicana tomó recientemente las calles de Filadelfia, la primera capital de Estados Unidos entre 1790 y 1800, con el colorido Carnaval de Puebla, que recuerda la Batalla del Cinco de Mayo, hito histórico de México.

Como cada año, la combinación del baile desenfrenado y la abundante cerveza provoca que muchos terminen llenos de espuma de cebada en un desfile que genera asombro y simpatía al resto de habitantes de la ciudad, entre los que algunos se asoma tímidamente desde su ventana.

Este año no es uno más, ya que el curso pasado los coordinadores decidieron anularlo en señal de protesta y compromiso con el resto de la comunidad hispana ante el creciente miedo a la deportación y por la criminalización de los inmigrantes perpetrada por el presidente Donald Trump.

Reconvertido en símbolo del orgullo cultural de los inmigrantes, este carnaval recuerda la Batalla de Puebla, que el 5 de mayo de 1862 enfrentó a franceses y mexicanos, quienes terminaron logrando su primera victoria sobre una potencia invasora extranjera mejor preparada y armada.

Plagado de colorido, mosquetones, machetes y ropajes de la época, se alcanzó la undécima edición del evento al que también acompañan celebraciones en otras zonas de EE.UU.

 

El Cinco de Mayo: de hito mexicano a altavoz del inmigrante en EEUU
Bailarines participan en el Carnaval de Puebla en Filadelfia (EEUU). EFE

 

«Que nos acepten como somos porque no somos criminales, como nos han tachado, sino que venimos a aportar a este país», argumenta David Piña, presidente de San Mateo Carnavalero, del comité organizador del festejo anual de Filadelfia.

Pero si un elemento es intrínseco al carnaval es la fusión de culturas resultante de la propia batalla, un aspecto que se recupera para ensalzar la riqueza de la multiculturalidad, según destaca Edgar Ramírez, quien llegó a EE.UU. como turista en 2005 para terminar quedándose.

Ese lazo intercultural, recuperado para el carnaval en la figura de un humilde soldado conocido como «zapador», no deja de verse durante todo el recorrido, en el que familias de diversos orígenes acompañan a los carnavaleros para imitar sus bailes y experimentar su disfrute.

Ramírez cree que es un momento perfecto para que sus vecinos conozcan sus celebraciones más allá de los margaritas y ve más necesario que nunca que el resto de la población tome conciencia de las aportaciones de los inmigrantes a la ciudad y a Estados Unidos.

En total, 350 personas desfilan por las calles de Filadelfia engalanadas como los soldados que combatieron hace más de 150 años en ambos bandos, el francés y el mexicano. Durante el itinerario, las «batallas de bandas» musicales terminan fundiendo a ambos ejércitos bajo el paraguas de la hermandad.

Durante el carnaval cada uno da todo lo que tiene dentro; no importan la coordinación en los bailes o la procedencia, tampoco si el migrante es documentado o indocumentado.